miércoles, 4 de julio de 2012

Futuros maestros de chichinabo

Chicombre, aunque estudió una ingeniería, trabaja dando clases de ciencias a alumnos de magisterio en varias universidades. Estos días he estado tan desaparecida porque he estado ayudándolo a corregir exámenes, que tenía una pila de folios enorme encima de la mesa del escritorio. Conforme íbamos gastando bolis rojos (y echándonos alguna que otra risa a costa de algunas contestaciones, lo confieso), me ha dado por reflexionar acerca de quién da clase a los niños. Antes que nada, voy a aclarar que esta entrada no está orientada hacia que un futuro profesor de primaria se lo tome como una afrenta personal. Mi madre es maestra y, como podréis imaginar, no odio ése colectivo ni lo rechazo ¡Faltaría más! Yo no sé si esto que voy a escribir será cosa de las nuevas generaciones de profesores o de estudiantes de magisterio, pero la verdad es que el nivel deja bastante que desear. 


Según la experiencia que he obtenido corrigiendo durante días exámenes de tres universidades distintas he llegado a la conclusión de que quienes enseñan a los niños deberían saber más que los niños. Está clarísimo que muchos alumnos cumplen con el nivel con creces, pero... ¿por qué digo esta obviedad? Pues... porque tenemos un problema.


Primero, las faltas de ortografía garrafales. Para que os hagáis una idea, copio algunas perlitas: SUVIR, GRABEDAD, HOCSÍGENO (oxígeno), CANVIAR, ENBALSE, VARATO, TEZTO, MAQUIYAR, HABRIR, HANTIGEDAD (antigüedad)...etc. Y no estaban en uno o dos exámenes. Sino que de diez exámenes, solo 3 estaban sin faltas de ortografía graves... que de acentos ya ni hablamos. ¿Cómo van a aprender los niños a escribir bien si sus profes no saben? Yo tuve una profesora en primaria que escribía palabras comunes con faltas graves de las que los propios niños se daban cuenta... pues a mí me daría vergüenza. 


Segundo, redacción más que pobre. No son casos tan vistosos como los anteriores, pero solo con decir que Chicombre intenta no pedir respuestas largas para no bajarles puntos ya es bastante ilustrativo. "Lo primero que hay que decir es que en primer lugar hay que decir que se mezcla primero el comburente con el combustible. Como leña y papeles y maderas y palos y leña" Así textualmente, y durante todo el examen. ¿No dan ganas de empezar a bajar puntos?


Tercero, falta de conocimientos básicos. No es normal que un profesor de primaria, o un ser humano en general, no sepa si los pollitos son ovíparos o vivíparos. O dudar si los conejos nacen de un huevo o no. Ya no vamos a hablar de si las abejas son carnívoras o si las vacas toman leche cuando nacen. O ya puestos, si los reptiles tienen plumas. Parece que hay conceptos escabrosos aquí. 




... Y no quiero hacer sangre. Pero ¿no deberían los profesores ser más exigentes? ¿No deberían exigirles a los futuros maestros, por ejemplo, escribir decentemente bien y no aprobarlos si siguen teniendo esas faltas de ortografía? Aunque solo fuera eso. 


A riesgo de parecer una pedante del culo, yo alzo mi dedo acusador hacia los futuros maestros sobre los que se sostendrá el sistema educativo y les digo: No me seáis chonis, por favor. Y haced bien vuestro trabajo. Y corregid esa forma de escribir... o me veré obligada a utilizar con vosotros renovados métodos de estudio como la pluma de la Profesora Umbridge. Y me temo que no os va a gustar nada, nada, nada.





2 comentarios:

  1. Madre del amor hermoso... Si nos hacíamos cruces con la generación que viene detrás de nosotras, agárrate con la generación a la que esta tendrá que enseñar...

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  2. Lo que dices es muy cierto. Soy profesora de adultos, niños y adolescentes. Puedo decir que de los adultos los que no tienen absolutamente ni pajolera idea suelen ser los de magisterio (alguno se salva) pero en general el nivel pésimo es de los de magisterio.

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