La verdad es que no podía haber pedido un final mejor de vacaciones, de Las Últimas Vacaciones A Lo Grande que voy a tener en mi vida (o eso espero). No sé, se me metió en la cabeza que debería disfrutar este verano todo lo que pueda, y así estoy haciendo. Y es que al ver a mi padre que no tiene vacaciones ni quiere cogerlas por miedo, a la gente que solo puede disfrutar de una semana de descanso merecido, y a unos amigos que pasan por unas estrecheces económicas de dos pares, creo que este será mi último año de descanso estudiantil... siempre que no me vaya derechita al paro, claro.
He estado viajando un poco, y créeme cuando te digo que me acordaba mucho del blog: "ay, cuánto tiempo sin actualizar, me van a dejar de leer", "Oh, cuánto tiempo desde mi última entrada", "¿Cómo irán las vidas de la gente a la que leo?".... etc,etc,etc. Eso sí, tampoco es que estos pensamientos y ése echar de menos mi rinconcito virtual me estuvieran amargando la cabeza, no os voy a engañar.
He comenzado ya la Universidad. Último año. Últimas asignaturas. Sólo tengo ganas de aprobar todo y de que esto se acabe. Hablando con sinceridad me daría exactamente igual dejar de ver para siempre a la mayoría de compañeras... algunas no, por supuesto, pero aún así la mayoría podían perderse en Mordor y yo ni me acordaría de su cara. Y es que tengo un don para memorizar solo aquello que interesa, una memoria selectiva que va a tope:
- ¿Te has enterado? Marian la pija lo ha dejado con el novio porque le estaba poniendo los cuernos con Patricia la de la cafetería. Y Marian le ha robado el móvil nuevo a Patricia y lo ha tirado a la fuente mientras le gritaba "puta, puta" en mitad del descanso y delante de toda la universidad. Y han subido el vídeo a internet. ¿Qué fuerte, no?
- Pues no sé de qué me hablas ni de quién. No estaba aquí ese día.
- ¿Cómo que no? ¿No sabes quién es Marian?
- Ni Patricia la-de-la-cafetería.
- Joder Loba, si hiciste una exposición con ellas hace un mes. ¡Mira que eres despistada! ¡No te enteras de nada! Llevan en clase desde primero.
- Pues no, no sé ni su nombre... pero es que tampoco me aportan nada, es que ni caigo en quiénes son. Me dan igual.
- Joder, la chica ésa que siempre viene con tacones a la biblioteca es Marian, ésa que habla como si llevara sopa en la boca. Y Patricia es la morena que siempre interrumpe en clase.
- ¡Ah, sí, ya caigo en quienes son! Pero me sigue dando igual la noticia: son malas personas, las dos, se les ve y a través de estos años no han hecho nada bueno, solo protagonizar cotilleos y criticar a los demás. No merecen que recuerde sus nombres, no me interesan.
Y así. Y me quedo más a gusto que un arbusto, tan fresca. Puedo vivir sin que me cuenten las últimas llamadas de atención de estas pavas.
Nunca había hablado de mi clase de la universidad: es como vivir en una estúpida película de institutos americanos, con su fiesta de graduación, sus sabotajes de ponche y todo.
Cuando salí de bachillerato pensaba que en la Universidad todo sería distinto, que se acabarían esos absurdos grupitos peleados entre ellos, que me tendría que ahorrar a esa gente que te mira por encima del hombro, que aunque no todos fuéramos íntimos habría cordialidad y respeto entre nosotros, que la gente que se ríe de ti por los pasillos y te critica habría madurado y se acabarían esos malos rollos.
Bueno, pues al entrar en la universidad descubrí una Verdad universal: Nena, a la Universidad entra la misma gente que acaba Bachillerato. Punto pelota. Ni hermandad ni buen rollo ni chufas en vinagre. La mis-ma.
Grupo 1: En clase hay un grupo de Pijas que te miran perdonándote la vida, se ríen a las espaldas de cualquiera que no va a la moda, no saludan a nadie y fingen que no existes. Serían las animadoras en un instituto de América, o las protas de Chicas Malas (algún día contaré por qué lo digo). Suelen estar interesadas en la moda y, curiosamente, en lo último de Belén Esteban. ¿Que cómo lo sé? Pues porque lo comentan en clase, puesto que tienen nulo respeto por el profesor. Sólo hablan conmigo cuando quieren apuntes y favores. Sus actitudes son de risa, como si se creyeran las reinas del insti y estuvieran siempre esperando al baile de graduación. Alguna buena habrá, pero yo no me la he cruzado. No me interesan.
Grupo 2: Luego están las poligoneras. Son majas a ratos, pero muy broncas. Conmigo tienen una relación de "no te veo; como mucho te saludo y te pregunto dudas, pero luego no tengo interés". Bien. Ellas me respetan, yo las respeto, pero ya.
Grupo 3: Luego hay otro grupo con el que me llevo muy bien. Son bastante heterogéneas y nos llevamos genial. Coincidimos el año pasado en la asignatura de Comunicación Audiovisual y desde entonces nos tenemos mucho cariño. Tenemos desde una chica un poco agitanada pero con corazón de oro hasta una súper responsable que quiere dedicarse al periodismo de decoración y que sueña con casarse con su chico cuando acabe la carrera. La verdad es que son un encanto todas, son majas y cariñosas, buenas estudiantes (la mayoría) y mu'modennas. Me encanta estar con ellas.
Grupo 4: Y luego está mi grupo. Que sinceramente yo no sé qué hago ahí y cada año lo sé menos. Como solemos juntarnos con el grupo 3 tampoco lo noto tanto, pero últimamente cada vez paso más millas de estar con ellas. Son infantiles y competitivas, las mejores estudiantes de la clase... pero aún así son algo envidiosas, y conmigo se han cebado a veces. Supongo que siempre fueron las "margis" del cole, a veces carecen de habilidades sociales y son muy cerradas y territoriales con sus amistades, siempre quieren destacar y quedar por encima, ser las números 1. Como no les paso ni una, y a veces opto por fingir que soy un poco broncas, no se meten conmigo ni se arriesgan a que les suelte un corte -que mira que me duele soltar pullas, pero si no, no puede ser-. Pero cuando hay chicos delante, o cuando alguna de ellas quiere destacar (que es muy a menudo) siempre tienden a ridiculizarnos a Sara y a mí. Sara las considera amigas-muy-amigas y sufre un poco, pero como la pasota soy yo... pues como si rabian de celos.
Grupo 5: los desconocidos. Aparecen una vez al cuatrimestre y luego se van, así que no me molesto mucho en hablar de ellos pues no los conozco. Suelo saludarles y ser maja, pero tampoco sé cuándo los voy a volver a ver.
Es triste que siga habiendo estas clasificaciones en clase y que se dediquen a hacerse la guerra unas a otras en 5º de carrera. Me parece muy tonto, sin sentido.
En fin. Este es el ambiente de mi universidad. Y allí vuelvo. Sinceramente, qué ganas tengo de dejar ya esta carrera y empezar Bellas Artes. ¡Cómo me ha decepcionado Periodismo, y cómo me ha decepcionado su gente! Pero nada, a acabar y a pelear como una jabata por tenerlo todo aprobado y salir de aquí de una vez...
Pues ya me jode decirlo, pero luego en el mundo laboral sigue siendo más de lo mismo. A veces creo que voy al instituto en vez de a trabajar -_-.
ResponderEliminar¡Arg más malas noticias! Supongo que es la segunda parte... la misma gente que va contigo al cole va a la universidad, y después al trabajo. ¿Qué se le va a hacer? Habrá que hacerse a la idea.
EliminarPienso igual que doctora anchoa, en el mundo laboral por muy triste que sea es igual, y incluso en algunos trabajos peor.
ResponderEliminarLa vida es asi de triste.
¿Pero la gente no suele madurar? Un poquito por lo menos...
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