viernes, 2 de marzo de 2012

La estrella oscura

Desconocido, invisible, incierto.
Así te siento, espectro. Como sueños que tienes que nunca se cumplen, buscar la persona adecuada en un mundo gris. Saber que debe estar, en alguna parte del mundo, aquél que me complete. Pero no te encuentro. No te encuentro, ¿sabes? Es como ir a palpas en la noche, buscando la estrella correcta. Sirio. Reservarte para Sirio, trazar con líneas su rostro, inventar su toque y su lengua por las noches, sola, en mi cama. Abrazada a la triste almohada que ansía acogerte.
Más negro que la propia oscuridad.
El vacío que hay ahí, en el centro de todo, señalado por neones de ilusión, sueños y esperanzas... Estoy muy cansada, pero aunque tenga ganas de tirarme para siempre en la hierba a mirar el cielo estrellado, no puedo hacerlo. Nadie puede hacerlo. No es fácil conformarse con lo que a uno le llega cuando sabe que no es lo que el destino le ha marcado.Yo no quiero poseerte, ni que seas mío para siempre, ni que me jures eternidad y muerte porque ya me es difícil creer en esas cosas. Solo sé que si te encuentro, si nos encontramos... sé que no te irás ni yo querré abandonarte. No será preciso. Eres libre, somos libres, para encontrarnos.
Sé que existes aunque no te veo.
Me corroes. Tu imagen borrosa me tortura, me agobia, me atormenta y me acompleja. No te veo, no te reconozco, no sé quién coño eres. Pero estás. Y te busco en los ojos de la gente, en las sonrisas de los hombres, en las palabras que percibo, en las tiendas de discos, o en las convenciones de literatura. Incluso en la Fnac te he esperado sin éxito. Y ya no sé si me persigo a mí misma o a tí. Ya no sé si es mi ideal o la posible realidad. Si es algo que merezco, si es lo que estimo mejor.
La duda me va a matar. 
Me aterra esto, ¿sabes? Odio los cuentos de fantasmas, pero estoy viviendo uno. Dejarse arrastrar por la multitud con la cara inexpresiva. Dejar de sentir calor o frío, o miedo. Cuervos posados en los cables de la luz. Me miran, y no sé cuándo vendrán a por mí. Necesito que los mates antes de que me arranquen los ojos y quede ciega del todo, condenada a no ver nunca tu cara. En el desconocimiento y la locura. Perdiéndome. Para siempre. En la sombra de tu estrella.

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