lunes, 22 de octubre de 2012
La eterna disyuntiva
Cuando te llamo porque me siento mal, porque estoy triste o porque no he tenido un buen día, no quiero que me digas qué tengo que hacer. Soy perfectamente capaz de saberlo por mí misma. Solo quiero que me entiendas, que me des unas palmaditas en la espalda, y me apoyes. No es tan difícil.
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El eterno problema de comunicación entre hombres y mujeres. Nosotras necesitamos comunicarnos cuando estamos mal y necesitamos ser comprendidas, y ellos lo hacen exclusivamente cuando necesitan ayuda. Por eso siempre que les contamos lo que nos preocupa, piensan que les estamos pidiendo socorro.
ResponderEliminarEstoy con La Rizos, si le cuentas un problema a una mujer, te preguntará cómo te sientes. Un hombre, qué vas a hacer...
ResponderEliminarel hombre hará contigo lo que querría que hicieran con él: darle consuelo, sí, pero mejor darle solución (el consuelo es dar un pescado, la solución es enseñar a pescar).
ResponderEliminarademás, fíjate qué humilde es el hombre que opina que dos cerebros valen más que dos y sabe por experiencia que ante un problema propio uno puede quedarse sin ideas antes de con uno ajeno, porque no tiene la limitación de la perspectiva (yo no soy capaz de verme la propia espalda).... así que llama al amigo para pedir ideas y se las da cuando es quien recibe la llamada.
y este hombre desearía que dejaran de encasillar a los hombres, porque conozco muchos y sólo nos parecemos en que todos tenemos cola... pero las lobas también y nadie les juzga por ello.
un beso gordo con trampa (recordatorio que he vuelto a escribir en el blog y que se reciben visitas de consuelo o de las otras)
rafarrojas
p.d. - el camino sigue y sigue desde la puerta y quizás aún encontremos una roca escondida o un árbol inclinado que nadie ha visto sino nosotros. árbol y flor y brizna y pasto, que pasen que pasen. colina y agua bajo el cielo, pasemos, pasemos. (JRRTolkien)