miércoles, 30 de mayo de 2012

Putificar

Hoy he vuelto a leer un blog que una vez leí por casualidad. En algunos puntos estoy de acuerdo con su autora y en algunos no. Habla sobre temas que no me interesan y otros que sí. A veces, muchas, tiene una visión o enfoque de éstos que me es ajeno, o incluso me enfada un poco, pero luego me doy cuenta de que es enriquecedor leer a los demás (siempre que no sean unos absurdos anticonstitucionales).



A lo que iba: hoy he vuelto a leer un blog, y he estado pinchando en temas que me parecían interesantes y pasando de aquellos de moda y tendencias y rollos. Esta chica me cae bien porque se preocupa de cosas como "estar guapa" a la vez que escribe sobre temas "sesudos, documentados, inteligentes". Parece que esto llama la atención porque es como que solo se puede mostrar una cara, solo podemos ser de una manera concreta. O eres amante de la moda, o eres amante de los videojuegos. O eres una mujer independiente, o eres una paleta sometida al machismo. A mí me pasa a veces, aunque mi pensamiento se ha expandido muchísimo conforme he ido creciendo y relacionándome con otras chicas que tenían unos intereses radicalmente opuestos a los míos, seguía teniendo ciertos esquemas grabados a fuego.

Por ejemplo, cuando mi amiga Vero dijo que su máxima ilusión era casarse y formar una familia, me horroricé. Pensé "dioses, ¿aún hay gente así?". Ella tiene 22 años, como yo, que siempre he dicho que no voy a pasar por una iglesia ni tendré hijos, que puedo ser feliz como soy, sin "renunciar a mí misma", sin "ser la esclava de nadie". Creo que sigo pensando ambas cosas, que sigo prefiriéndolas antes de una vida familiar. Creo que tengo miedo a perder mi identidad como SER VALIOSO, individual y libre. A esa conclusión he llegado analizándome a mí misma. Tengo miedo a ser sometida, a ser ninguneada, a pasar a un segundo plano en mi propia vida. No quiero responsabilidades tan grandes como un hijo, porque en mi subconsciente creo atisbar una forma de pensar que me repugna y me reafirma al mismo tiempo. Es como si mi interior estuviera seguro de que, una vez tenga un hijo, dejaré de ser yo misma para ser "la mamá de": un ente que ha perdido la razón por la que vivir, que se queda en casa, que ha olvidado sus propias inquietudes y ha renunciado a ser feliz por complacer a los demás. Supongo que me viene un poco de lo que he visto, quizá la figura de mi madre que siempre estaba culpabilizándome, diciendo que si no me hubiera tenido ella habría llegado a ser algo en la vida. Que le había quitado sus mejores años. Que debería salir más porque cuando siente la cabeza todo se habrá acabado para mí. O quizá una especie de egoísmo propio... no lo sé. Solo sé que tengo miedo a ser madre, que afrento esa posibilidad con rechazo, como una maldición. No quiero anularme a mí misma.

Es un tema muy arduo y complejo, y por eso entre otras cosas cuando Vero me expresaba su gran deseo sobre formar una familia y ser madre, esposa, trabajadora, feliz... yo no lo concebía. Mi interior sentía rechazo. Es como si un lobo mirase a un perro domesticado. ¡Y no es así! Horas después reflexioné y me di cuenta de que hay tantos tipos de mujer, y tan distintos unos de otros... y que realmente, todos son conciliables en cada una de nosotras. Es algo que entiendo perfectamente tras una breve reflexión, pero que no acabo de poder adaptarlo a mi persona. No sé, creo que el miedo a perder mi libertad me ha convertido en esclava. No sé si me explico. Quizás estoy exagerando...

Me ha gustado leer este artículo y me he sentido bien porque veo que he renunciado a muchas estructuras de pensamiento machistas a lo largo de mi vida. Aunque fui formada en un colegio católico, de monjas -aunque la religión fracasó contra mi, por suerte o por desgracia la vi desde muy pequeña como un cúmulo de cuentos...-, donde directamente desde niña nos llamaban "frescas" si no llevábamos la falda bien puesta o si nos habíamos olvidado de cerrar un botón, jamás he visto mal un escote. Miento. Sí, alguna vez (sobre todo siendo más pequeña) miraba las tetorras que les sobresalían a mis amigas por la camiseta, y pensé "joder cómo se viste, menudas pechugas que se gasta, le gustará que la miren". Pero creo que en el fondo, en mi interior, es porque lo veía como una amenaza, como una extraña competición maquiavélica porque sabía que ella se llevaría al hombre que yo deseaba cazar. Que usaba su poder de "manera impúdica". Pero creo que ese mismo verano comprendí que, ¿a quién le importa? Yo tengo tetas también, aunque no sean tan grandes como las de Fulanita. Abandoné por suerte esa mentalidad tan pronto como empecé a madurar. Pero este año me quedé de piedra cuando un chico con el que había empezado una relación, llena de ilusión y cariño, empezó a decir que si yo me vistiera "demasiado corta, demasiado de guarra" él no me dejaría salir a la calle porque sabía que nos vestíamos así para provocar. Toma ya. Con dos cojones, guapo. Esa semana lo dejé. No quiero en mi vida machistas sin sentido, inmaduros y gentes de tal calaña.

No me gusta ponerme escotes exagerados. Pero me gusta cómo me quedan mis camisetas con escote, me gusta lo fresquitas que son en verano, me gusta cómo dan forma a mi cuerpo. No me gusta ir ceñida porque es incómodo. No me gusta la lycra. No me gustan los tejidos elásticos y pegajosos. Pero me gustan mis senos, me gustan a mí, me gusta verme guapa cuando me miro al espejo. Me analizo. ¿Me visto así para atraer al hombre? Y la respuesta es NO. Me gusta mirarme y pensar: hoy soy un pivón. Solo estoy más segura de mí misma, más cómoda, me siento más bella. Por supuesto, mi vecina va más cómoda cuando va con camisetas hasta el cuello, y mi compañera de clase combina tops con minifaldas a ras-de-braga. Yo estoy cómoda como yo soy. Y no es mejor ni peor.



Pues eso. Hace años he entrado en un modo de vida que, para mí, es el perfecto: VIVE Y DEJA VIVIR. No me gusta que la gente -y uso el término "gente" deliberadamente, porque los hombres son tan cotillas y marujos como las mujeres- se meta con quien no está presente. No me gusta criticar sin razones, no me gusta hacer comentarios jocosos (e hirientes) hacia el aspecto físico o moral de otras personas. Yo no entro en ese juego, porque no aporta más que daño. Por supuesto que algunas veces caigo en hablar o comentar cosas malas del resto, como todos. Pero nunca compartiré una serie de críticas sin sentido hacia una chica simplemente porque se viste de tal o cual forma o es valiente para vivir su sexualidad de forma completa, se acueste con quien se acueste. ¿Acaso es importante? ¿No te das cuenta de que hace uso de su libertad, una libertad que tú ahora estás vilipendiando con tu lengua viperina?

En el blog del enlace, a esto lo llama PUTIFICAR.

"Putificar significa degradar o burlarse de otra mujer por su conducta sexual. Las excusas para putificar a otra mujer son muchas. Se le putifica por usar ropa ajustada o reveladora, por disfrutar del sexo, por tener sexo con frecuencia, o con varias personas, o incluso se le puede putificar porque existe un rumor sobre ella. No siempre se le putifica implicando que es una puta. Se puede hacer de una manera más sutil implicando que por su conducta sexual es tonta, superficial, o machista, o cualquier otra cosa negativa.
Una persona que putifica a otra cree que está castigándola solamente a ella, pero dado que la putificación se hace en público, el mensaje es para todos y es el siguiente: una mujer que disfruta de su sexualidad es mala, participar en actividades sexuales es malo, la mujer debe cubrirse. O mi favorito: nadie quiere a una mujer que es una puta.
Pero si el sexo es concensuado y te sientes segura con tu pareja… entonces el sexo es bueno. Disfrutar de tu cuerpo es bueno. Expresar tu sexualidad es bueno. Lo que hagas con tu cuerpo, con tu ropa, y con tu pareja es algo privado. Nadie tiene derecho a juzgarte por eso. No, ni siquiera tu madre.
La putificación alimenta la tolerancia a la violencia contra la mujer. El pacto de cubrir a las mujeres parte de la excusa monoteísta de que su sexualidad es peligrosa. Que al igual que Adán, el hombre no se puede resistir al pecado de la mujer. Esa idea representa un grave peligro para nosotras. Si la mujer es la que tienta y el hombre no se puede resistir, entonces ¿de quién es la responsabilidad cuando ocurre una violación? Si crees en el pacto, entonces la respuesta es simple: la mujer tiene la culpa por haberse expuesto. El hombre no se puede resistir. ¿Ves el error? "


No quiero ser una mujer que señala por la calle a otra para burlarse, para ser cómplice de la devastación de lo femenino, de la negación de la libertad a la mujer. Estoy en contra tanto de PUTIFICAR a la mujer como de HACER DE ELLA UN OBJETO SEXUAL. Me parece tan machista una cosa como la otra. ¿Por qué estos roles? Porque nuestro papel ha sido servir, ha sido satisfacer los impulsos sexuales del hombre, estar por debajo permanentemente, ser una carga, ser una tentación, una sierpe. Las religiones monoteístas han sabido aprovechar muy bien su poder para someter a la mitad de la población para su goce personal, creando a la mujer Eva y a la mujer María. "Nadie quiere a una mujer que es puta". Porque solo hay dos caminos, uno va hacia la perdición y otro al cielo. El gozar de tu vida sexual, de tu libertad, de la independencia, de un oficio, de tu cuerpo... eso te arrastra irremediablemente al infierno. A Sodoma. A la demonización. Eres un ser inferior y no puedes hacer valer los derechos masculinos porque nos perteneces. Porque no sé si te has dado cuenta pero eres un maldito objeto que solo sirve para ser llenado de semen de hombre. Tu función es reproducirte, reproducir MIS genes, y darme hijos varones, fuertes, dignos.

Pero antes de este pensamiento existían las miles de diosas de la fertilidad y la naturaleza; las diosas romanas que a la vez tenían rasgos humanos; las diosas egipcias. Todo ello demonizado, quemado, sometido. ¿Cómo lo pudimos consentir? ¿Cómo de fuerte es el terror al qué dirán? ¿Cómo juega la moral con nosotras, hasta el punto de volvernos unas contra otras por miedo a que nos quiten a los hombres que amamos y convertirnos en figuras silenciosas y esclavas? Porque personalmente creo que toda esta sumisión vino a raíz de la imposición de una supuesta moralidad religiosa que se vale de eso: el miedo a que una mujer libre y fuerte atrajera a aquellos hombres que ellas amaban. Porque la mujer ES el pecado, y el hombre nos ama a nosotras pero ELLA nos lo quita. ELLA ES EL DIABLO. Venganza y sometimiento para quien nos puede perjudicar, para quien encarna un peligro o tentación. Celos, envidia... definen las relaciones humanas, no solo la de las mujeres. Pero a nosotras nos ha tocado vivir con el estigma de las decisiones más coléricas de nuestras congéneres. 

"¿Cómo pasamos de adorar a Cibeles, una diosa que va en un carro tirado por leones, a adorar a la Virgen María? Cibeles es fuerte, aguerrida, orgullosa, y poderosa. La virgen es una mujer sumisa, silenciosa, obediente, y esclava del hombre. ¿Con qué excusa convencieron a nuestras abuelas para que cambiaran a Durga por la virgen? La excusa debió ser realmente buena, lo que no me explico es cómo seguimos dándole crédito a religiones tan humillantes."

Bueno, en definitiva... que leáis ese post, ya seáis hombres o mujeres. Quizá así podamos acercar posturas, desde la exposición de pensamientos personales y no solo ataques de hombres contra mujeres y luchas de sexos inútiles que me traen al pairo.

Y ya está. Ya he dado la murga suficiente por hoy.







PD: mi diosa favorita de la cultura egipcia es Sekhmet. Tenía una dualidad: en la guerra, fiera como una leona. En la paz, dulce como una gatita.

lunes, 28 de mayo de 2012

Un poco de todo



Estoy cansada, casi he matado a mi dragón personal: Los exámenes de la universidad este año han sido bastante heavys, tanto por un cúmulo de asignaturas con profesores mediocres y desesperanzadores, como un temario soporífero y larguísimo, todo teórico. Lo comentamos todos los compañeros de clase, que cuarto está siendo el curso más desmotivador de todos, no hay una sola asignatura que valga la pena o te impulse a estudiar con un mínimo de alegría.

 Hoy he tenido el examen de Derecho que -espero no equivocarme- después de currármelo entero el día de antes, me ha hecho salir del aula con una sonrisa de satisfacción en los labios. No tengo remedio, soy lo peor: nunca soy capaz de organizarme para que no me pille el toro... a lo mejor es que te quita la emoción de ¿suspenderé? ¿no suspenderé? Es superior a mis fuerzas empezar más de una semana antes a estudiar. Bah. El caso es que este año el calendario de exámenes ha estado TAN AJUSTADO que entre examen y examen teníamos un solo día. No entiendo yo estas cosas, de verdad que no. Pero bueno, tampoco es cuestión de quejarse que las 3 peores asignaturas han pasado y las neuronas cochifritas que me quedan no dan para más por ahora.

Como estoy tan agotada (y me he pasado la tarde-noche viciadísima al Skyrim...) tengo el cerebro como una uva pocha y la inspiración se me ha perdido en alguna parte del teclado. Estoy intentando encontrarla, aunque creo que la voy a buscar en la cama o en Los Pilares de la Tierra, que me quedan 20 páginas.

Como colofón, y como soy un poco quijotesca... diré que estoy esperando ver lo nuevo de Pixar con mucha mucha ilusión. Quienes no hayan visto la película "Cómo entrenar a tu dragón" que corran como alma que lleva el diablo a su bittorr... ejem. A su videoclub. (Realmente lo vale, fui dos veces a verla al cine después de bajármela). Esa película es AMOR, y no he conocido a nadie que no le haya gustado. Y si es tu caso, plantéate que eres rar@ y quizá necesitas un neurocirujano.

Pues eso. Estoy con ganas de ver "Brave". Promete mucho, y estoy esperando que salga en el cine para ir a disfrutarla. Me gusta la protagonista, que se llama Mérida, y el diseño de su magnífico caballo irlandés con calcetines blancos. Pixar se lo ha currado mucho.



domingo, 27 de mayo de 2012

Pues vaya.

Pues estoy un poco cabreada con la vida sexual.
Estoy harta de ciertas cosas.

Yo creo firmemente que cuando tienes una pareja a la que quieres, te desvives por ella. Casi obtienes más placer haciendo feliz al otro que recibiendo tú la atención, siempre que sea recíproco. En la época de los dinosaurios era "lo normal" que la vida de las mujeres en la cama se adaptara al maldito rol de "si gozas bien y si no también"... qué egoísmo y qué desfachatez por parte de los tíos, qué vergüenza me daría a mí que mi mujer no estuviera satisfecha... pero claro, en el pasado o te contentabas con esto o eras una fresca (que yavestruz) y en la aldea te sacaban motes e incluso te podían apedrear por la calle, so bruja. Qué bonito. Y de ahí supongo que también viene el mito de que las mujeres tienen menos impulso sexual que los hombres, porque realmente... ¿hacerlo para no sentir nada? Pues para eso me toco, y se acabó la tontería.

Pues incluso ahora, pleno siglo XXI, con una pareja estable y supuestamente, mucho más madura y ¿experimentada? - porque no he estado con muchos chicos, y solo con uno me ha tratado como realmente merecía- que yo, sigo teniendo problemillas de esta índole. No es siempre, por supuesto, porque si no ni de coña aguantaba la situación OTRA VEZ. Pero noto que es una persona con menos empuje sexual que yo, eso me entristece, y que a veces tiende al "bueno, ¿no has llegado? Pues ya a la siguiente, ay qué cansado estoy, me duermo". ¿PERDONAA? 

¿Qué hace una en estos casos? ¿Le monta un pitote porque ella también tiene el mismo calentón y se lo tiene que comer con patatas? ¿Lo dejas pasar? ¿Lo pides? Porque yo no sé vosotros, pero a mí me da un palo tremendo pedir lo que me es justo, porque considero que tiene que salir del otro. Es un cortarrollos tremendo. Y más en este tema, que creo que es normal y casi moralmente obligatorio dar lo que recibes, ¿no? 

Pues no me da la gana pasar por el aro, copón. Que las mujeres también tenemos unas necesidades, que parece mentira que aún haya hombres que se crean la mentira de que a nosotras con dos abrazos nos vale, que lo que queremos es sentirnos queridas, bla bla bla.

PATRAÑAS. 

Eso en todo caso lo decía yo cuando era más jovencita y no sabía nada (Jon Nieve), pero en cuanto pruebas qué es de verdad hacerlo con la otra persona... pues como que ya no cuela. Y como no me da la gana volvérmelo a creer, pues será cuestión de hablar sobre esto a mi pareja, porque no es normal ni bonito ni correcto que esta situación se perpetúe. Mi ex-el-memorable me dijo que quien no se preocupa por tu placer en la cama y disfruta con ello es que no te quiere. Y creo que en eso tenía bastante razón, así que no me voy a mentir. 

Bueno, supongo que hoy abordaré el tema cuando hablemos. Es un tío genial que tiene millones de cosas buenas y realmente estoy a gusto con él, estoy feliz (aunque no sé, aún me queda coger confianza... supongo) y se preocupa millones por mí. Pero esto no. Otra vez, no. Y espero que al hablarlo, las cosas cambien. El tema del sexo es un pilar básico en una pareja, porque es lo que diferencia una amistad de una pareja. Y tienes que congeniar, si no, es inútil: siempre te vas a sentir frustrada y rencorosa. Yo tengo un carácter muy dulce y me enfado pocas veces, pero esto me hace sentir indignadísima. No me gusta que me tomen el pelo. 

Joer, con la cantidad de amigos que tengo que han venido a hablar conmigo porque sus chicas no les dedican la atención debida en el temita, o que les da asco todo, o que nunca les apetece... puf. Cada vez tengo más claro que Dios le da pan a quien no tiene dientes. =(

A ver cómo se desarrollan las cosas.
 Hoy le expondré el tema con tranquilidad y remarcando lo positivo, y luego ya a decirle la crítica. Pues a ver... a ver.

sábado, 26 de mayo de 2012

CANCIÓN DE HIELO Y FUEGO

Una de mis mayores pasiones es leer. Y creo que entre mis sagas favoritas está Canción de Hielo y Fuego (Juego de Tronos para quienes hayan caído en las redes a través de la aclamadísima serie de TV de la HBO). Y es que soy muy friki de esta saga, tanto (o más) como lo fui en mi preadolescencia de Harry Potter.

En el resumen de la contraportada del primer libro, Juego de Tronos, tenemos el siguiente texto de introducción:

LA NOVELA RÍO MÁS ESPECTACULAR JAMÁS ESCRITA
"Tras el largo verano, el invierno se acerca a los Siete Reinos. Lord Eddard Stark, señor de Invernalia, deja sus dominios para unirse a la corte de su amigo el rey Robert Baratheon, llamado el Usurpador, hombre díscolo y otrora guerrero audaz cuyas mayores aficiones son comer, beber y engendrar bastardos. Eddard Stark ocupará el cargo de Mano del Rey e intentará desentrañar una maraña de intrigas que pondrá en peligro su vida y la de todos los suyos.

En un mundo cuyas estaciones pueden durar decenios y en el que retazos de una magia inmemorial y olvidada surgen en los rincones más sombríos y maravillosos, la traición y la lealtad, la compasión y la sed de venganza, el amor y el poder hacen del juego de tronos una poderosa trampa que atrapará en sus fauces a los personajes... y al lector."


¿Qué tiene Canción de Hielo y Fuego?

Lo primero, una historia fascinante, seria y adulta, llena de giros argumentales que no te esperas. En sus páginas hay miles  de detalles cuya importancia no se aprecia hasta una segunda lectura, que no se hace pesada sino más enriquecedora todavía. Estoy enamoradísima de esta saga tan profunda y densa, que parece incluso tener filosofía y reflexiones acerca del poder, de la vida, de la naturaleza del ser humano. Y es que Canción no es un libro de fantasía, aunque esté ambientada en un mundo inexistente y un contexto medievalista... es mucho más. Es madura y compleja, apasionante, a veces perturbadora por la crudeza del relato y la cantidad de mierda que le ocurre a cada uno de los personajes.



Porque eso es otra cosa, está lleno de personajes inolvidables y profundamente humanos que siempre sorprenden con sus actitudes, y que parece que nunca llegamos a conocer del todo. No hay buenos y no hay malos. Nada es blanco o negro, sino que todo es absolutamente gris (excepto, quizá, un par de personajes sádicos o sociópatas dignos de la mayor película de terror) y cuando parece que ya sabes qué camino tomarán... maduran, cambian, sufren, se enamoran, odian o conjuran... de manera que están en una permanente evolución y crecimiento, en una espiral de pasiones. Y asistes impotente a  un baile letal por el poder, por la supervivencia, o por cualquiera que sea el objetivo de tu elegido. Un juego donde todos nuestros personajes favoritos pueden caer muertos en cualquier momento, pueden ser atacados al llegar a la siguiente esquina, pueden ir hundiéndose en el barro y ser pisoteados por otros a los que amas igual que al vencido.

Respecto a la "fantasía", hay algo que decir... y es que su autor la maneja como quien caza a una serpiente venenosa: lejana, peligrosa, sin acercártela porque sabes que es nociva. Estamos hartos de libros de fantasía donde sabes que jamás pasará nada trepidante porque "bueno, vendrá un mago, lanzará una bola de fuego y matará al ejército de monstruos y salvará al protagonista, que además es El Elegido para el triunfo del Bien". NO. Como dice el escritor, "la magia no puede ser un Deus ex machina que lo arregle todo". No hay "elegidos", solo personas que viven y mueren en la oscuridad de su tiempo. Es más, aquí apenas hay nada sobrenatural, eso quedó en las leyendas y en los cuentos de las viejas... pero sí hay "algo" que se mueve, que despierta, que provoca terror como provocaba en nuestra propia edad media. Una amenaza olvidada que resurge en el Norte, humanos con la facultad de leer el futuro en las llamas, devolver la vida a los muertos. Aquí no hay bolas de fuego ni demás idas de olla dignos del divertido juego de rol de Dungeons and Dragons. Eso caga las historias mejor contadas, y George lo sabe. En Canción de Hielo y Fuego la "magia" es algo primitivo, olvidado, obsceno y terrible... incluso aterrador. La guerra no es solo épica y digna de canciones, sino que es terrible, es hambruna, es muerte, es devastación... es real. El sufrimiento ante el juego bélico de sus señores se refleja de forma magnífica en estos libros, no como las historias de fantasía épica nos tienen acostumbrados.



Admiro a su autor, George RR Martin, por crear un universo tan lleno de mitología, cuentos e historias que hacen un contexto cultural tan creíble y rico. Cada zona tiene sus propios héroes y leyendas, aderezados con la realidad o con la imaginación, y que crean una red de culturas casi inabarcable. Religiones animistas se mezclan con el fanatismo, el monoteísmo, la tolerancia, zonas arrasadas... creando un maremágnum de creencias que rigen las vidas de aldeanos y nobles. Junto con esto, un millón de misteriosas historias y secretos guardados que vamos descubriendo poco a poco de la mano de Martin.

Otro punto es que además que el tiempo de la historia va corriendo hacia adelante, vamos conociendo hacia atrás. Me explicaré: conocemos la Guerra de Robert por flashbacks y pensamientos de los protagonistas, pero no hay un narrador omnisciente que te guíe o te diga unas informaciones categóricas sobre nada. En tu mente vas formando tú mismo la idea de la Historia de Poniente y de Más Allá del Mar Angosto, a través de lo que saben los distintos personajes o por conversaciones. Claro, que cada uno tiene un punto de vista...

Además Martin es capaz de llevar 37 hilos argumentales a la vez, millones de detalles, cientos de personajes secundarios... es alucinante la complejidad que va adquiriendo el relato conforme pasamos Juego de Tronos y nos adentramos en Choque de Reyes, Tormenta de Espadas y Festín de Cuervos. Cada vez entran a escena más casas nobles, más secundarios, más vasallos, más intrigas. Es necesario prestar bastante atención a las sutilezas  y los movimientos de cada uno para no perderse entre las estratagemas políticas.

En definitiva, que he hecho un texto muy enrevesado: que lo leáis. Que no os conforméis con la serie de televisión (aunque a mí me encanta, la verdad) porque por falta de tiempo y por problemas de dinero, no pueden explicar millones de cosas y se saltan muchas partes necesarias para el desarrollo correcto de las tramas. Es una pasada de libro, os lo aconsejo encarecidamente a todos... ¡no os defraudará!


lunes, 21 de mayo de 2012

Cómo pasar tu tiempo sin malgastarlo



 Estoy en plenos exámenes y no tengo demasiado tiempo para hacer una entrada como los dioses mandan. Aún así, me parece que voy a haceros un regalo.

A mí antes me molaba el manga y el anime y todas esas cosas frikis. Conforme fui creciendo me fui decepcionando, encontrándome una vez tras otra con historias que eran ñoñas, machistas, irreverentes o simplemente para gilipollas. Uy, sí, me radicalicé muchísimo y cosas que antes me pasaban desapercibidas empezaron a molestarme soberanamente, como el tema del "fanservice". Pero eso es otro tema.

El caso es que dejé el mundillo friki del manga y esas cosas por pura decepción, porque me recomendaban cosas que eran sencillamente insultantes, o por aburrimiento. Y es que es difícil encontrar algo que se acople a un público no-adolescente y con grandes expectativas.


Mi regalo es para las chicas/chicos que, como yo, han quedado un poco decepcionados con el mundillo y deseen retomar esta afición con series y pelis de calidad, que realmente escapen del cliché (o no) y que no aburran ni hagan creer al espectador que están entrando en la tienda de Oysho.


Aquí os dejo un enlace que no podéis perderos:

http://losanimesdemagrat.wordpress.com/



¿Qué podemos encontrar en este sitio? Una colección brutal de recomendaciones, puntuaciones de series, películas y cortometrajes de animación japonesa, así como mangas. Esta chica es crítica y exigente, muuuy exigente. En definitiva, en sus reseñas podemos encontrar unas aportaciones geniales y alegres para guiarnos entre las distintas series, con imágenes y categorías, descripción del argumento, opinión personal... Y a mí, que soy una fanática de la ilustración y las bellas artes, me encanta siempre el toque que le da y suelo pasarme por allí aunque no tenga tiempo para ver series, simplemente por ver qué se cuece ;)

¡¡Vamos, imprescindible para elegir cómo pasar nuestro tiempo sin malgastarlo!!


domingo, 20 de mayo de 2012

Eras un nigromante

Tengo este escrito en el tintero desde hace algún tiempo, y no me decidía a publicarlo. Quizá porque me sigue dando un poco de apuro hablar de mis intimidades, pero necesito ponerlo en algún sitio. Creo que es algo que todo hombre debería aprender, que hay que demostrar lo que se siente en todos los aspectos. Que hay que ser consecuente con lo que se siembra, porque es lo que vas a recoger al final. Porque no dudéis que lo que no dais a vuestra chica, cualquiera estará dispuesto a dárselo en vuestro lugar.

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En absoluto te guardo rencor alguno,
incluso te tengo cariño al recordar.

Porque yo era joven, una niña tonta, y hace menos de un año. Menos de un año desde que me resistí a vivir, a entregarme, por un nigromante. El mundo es más de lo que me diste. Aunque te quise me desilusionaste, al  convertir un ser vivo en cadáver, sin tacto, sin aliento, sin ilusión ni vida. Me amabas. Claro que me amabas... o eso dijiste al perderme, y me lo sigues repitiendo en cada ocasión. Pero no voy a volver a ti. No voy a volver. No.

Eras buena persona, y por eso aún te escucho,
y no me importaría verte por la calle. Me da igual.

Porque tú tenías una magia de ésas, de ésas parasitarias y necróticas, no sé cómo decirlo. Yo me esforzaba, me gustaba calentarte y lamer tus labios, seductora. Provocativa, haciéndote sentir que me importabas, que te deseaba. Tu entrepierna respondía. Te amasaba para que vieras que eras el único hombre de mi vida, que me derretía por tí. Te metía mano y tú me metías mano, olvidando por un momento la Play. Y tú ponías esos ojos, oscuros y entrecerrados, ese gesto de cachondo que flipas y que a mí me encantaba. Sí, guarradas de las que no se cuentan a nadie, pero todas las parejas deben sentir.

Todas las parejas.
Todas las parejas deben sentir.
Todas las mujeres deben sentir.

Pero claro, tú tenías, como todos los hombres que había conocido, poderes extraños para convertirme en cosas. Iba diciendo que tú eras un mago y que me convertías... me convertías de repente en una muñeca hinchable. Una vagina enlatada. ¿Acaso yo, con mi piel cálida, mi mirada verde de gata, el amor que te di y lo que disfrutaba adorando tu cuerpo, era un cadáver? A veces me lo pregunto. Pero sé que no. Ahora sé que no. Me decías que te gustaba cómo lo hacía, mis labios limando tu piel suave una vez y otra, que te volvía loco, decías que me amabas.


Y asistía al sexo 
como quien asiste al fútbol 
a través de la radio. 
Solo sabía que estaba sucediendo 
por un incesante concierto 
de gemidos ajenos. 

Porque era tonta, y joven, y niña, y eso que solo hace un año. Porque jamás en mi vida un hombre -de esos que dijeron amarme- me había tocado como si fuera una diosa modelada en carne. Jamás me habían tocado con la lengua, ni con las yemas de los dedos, buscando una felicidad ajena a la suya. Nunca me habían arrancado un orgasmo. Yo tenía 21 años. Y era tonta, pues creía que era una mujer a medio-hacer, despojo anorgásmico, sin capacidad de sentir placer. Avergonzada. Indigna. Minabas mi autoestima tomándome como se toma a una puta... eso sí, con beso al final.

 Ahora lo pienso y siento lástima. Por ti, porque no sabes nada, y dudo que alguna vez sepas hacer feliz a una dama. Y por mi, por creer que era yo quien no sabía. Y lloraba, vaya si lloraba, pensando en que los problemas eran míos. Que tenía que disfrutar cuando te corrías y llegar al orgasmo sin que tú te esforzaras. Como en las películas porno... por eso creo que tienen mucha culpa de lo que les pasa a la mayoría de chicas en la cama, y de que se rompan relaciones. Cada vez que me "hacías el coito" (porque ahora sé que eso que hacías no era ni hacer el amor ni era follar, era lejano y casi de libro de texto) me preguntabas "¿Has llegado?". Y yo te contestaba que no, dulcemente, paciente, como una niña buena. Y entonces hacías un gesto, encogiéndote de hombros, y te dormías con una sonrisa en los labios.

Y cuando al final, tras diez meses de autoculparme, mientras tú roncabas con la polla aún manchada y el condón en el suelo... no pude más. Te desperté y, rabiosa y desolada, te pregunté "¿por qué nunca te preocupas por mí?". Empezaste a llorar como un bebé diciendo que no te habías dado ni cuenta. ¿PERDONA? No mereciste mi pena, ni la obtuviste. Yo había captado el mensaje. No te faltaban fuerzas, te faltaba esfuerzo. Y ni siquiera te diste cuenta... porque eras ese nigromante ególatra, ese brujo infame e inmisericorde, que transformaba mi cuerpo cálido y húmedo en una máquina de pajas. Y a mí ya no me salía aguantarte más. Me dolía el útero de tantos calentones sin éxtasis. De tan buenas transformaciones que hacías, yo me había transformado por completo y no me latía el corazón. Tú fuiste quien me mató poquito a poco con indiferencia e idiotez.

Cuando te dejé clamaste al cielo, dijiste que te morirías, que no podías vivir sin mí, que te perdonara por todo lo que me habías hecho. Yo no entiendo cómo se puede valorar tan poco a quien dices que es "el amor de tu vida". Y no, no te has muerto, ni soy la última cocacola del desierto. Así debe ser. Ahora te toca aguantar tú el dolor y la impotencia que sembraste...



Al poco tiempo yo encontré amor en otro, que sí lamía, que recorría con los dedos, que me mataba a orgasmos que jamás pensé que yo pudiera tener. Me encontré a mí misma en esa atmósfera densa de habitación donde se ha practicado un sexo bestial, en el sudor fundiéndose, en el olor a hombre, disfrutar como hacen las mujeres adultas con los hombres de verdad. Y fui feliz, muy feliz.

Y no te eché de menos.

viernes, 11 de mayo de 2012

Bochornosos defectos (I): LOS DESPISTES

Entre los cienes y cienes de pequeñas taras de fabricación con las que nací, incluyendo unos dedos gordos de los pies bastante extraños, un pelo que crece a velocidad de tortuga coja con narcolepsia, y una predisposición genética a pegar pellizcos, soy una personita tremendamente despistada.

Y cuando digo tremendamente despistada, me refiero a MUY MUY MUY despistada. Soy de ésas que se asustan cada dos por tres pensando que han perdido la carpeta de apuntes, o el móvil, o la chaqueta. La pena penosa es que el 30% de las veces realmente lo he perdido... bueno, el móvil no porque directamente no lo encuentro.

Tener este defecto es una jodienda, porque tu credibilidad cae en picado en cuanto la gente te conoce. Y hasta tus amigos empiezan con la típica conversación mamá de la que llevas huyendo toda la vida:

- Nos vamos ya, ¿lo tienes todo?
- Ajá.
- ¿Has cogido chaqueta?
- Sí.
- ¿Has cogido el dinero de luego, que nos quedamos a cenar?
- Aquí está. Mira.
- ¿Has cogido las entradas del cine? Mira que como las dejemos
- Copón, que las tengo en la mano (aquí ya me empiezo a mosquear)
- ¿Entonces nos vamos ya?
- ¡Que sí, joder! ¡Va que no llegamos!
- Vale jopé, arranco ya. Era por si aca... ¿Qué pasa?
- .... es que me he dejado el bolso... (susurro hiperbajo de vergüenza absoluta)


Esta magnífica cualidad de la centradez absoluta y la memoria prodigiosa a mí me parece lo más de lo más. Pero cuando la repartieron en el cielo de los bebés yo debía estar columpiándome en una nube o montando en unicornio. Escapa totalmente de mi comprensión.

Siempre he sido así. En primaria, el 90% de las tardes, al salir de clase mi padre me preguntaba si había cogido los libros para hacer el deber. Yo siempre contestaba muy rápido "sí, sí, sí, sí" como queriendo pasar del tema, y convencida del tó de que lo llevaba todo. Así era yo, todo optimismo. Era matemático: al llegar a casa abría la mochila y empezaba a llorar.

- ¡¡¡PAPÁAAAA!!! ¡¡QUE SE ME HA OLVIDADO!!

Y como mi madre era una profesora-histérica, yo JAMÁS podía ir a clase sin los deberes hechos porque si no el demonio Satanás aparecería en mi casa para robarle su alma de drama-mamá y pasearla por todas las capitales del mundo en chándal (es que mi madre es muy especial, algún día os hablaré de cuando me hacía vestirme casi de gala para ir al médico).

La consecuencia es que me conocía todo el convento de monjas por abrirme a mitad de tarde o incluso bien entrada la noche para que la nena recogiera lo que se había dejado. Y yo debía de ser muy mona porque me acuerdo que las monjas que llevaban la portería siempre me daban caramelos para que se me pasara el disgusto. A lo mejor era más lista de lo que recuerdo y realmente me dejaba las cosas por volver a por las chuches... no lo sé. El Tío Calo (así le llamábamos al misterioso conserje que JAMÁS hablaba, y del que creíamos que había matado a la Hermana Caramelo) no era de la misma opinión y me llevaba a empujones a buscar mis cosas.


Conforme iba creciendo y adquiriendo más y más responsabilidades he ido aprendiendo a desarrollar estrategias anti-desastre provocadas por los despistes. Como diría la Prof. McGonagall, A SABER:

1) antes de dormir me hago post-its. Concretamente tres. En ellos escribo mensajes como "Coge la carpeta", "acuérdate del justificante" o "si no te llevas esto SUSPENDES". Los coloco en lugares estratégicos, siendo los resaltados mis favoritos:
     - encima del objeto que no debo olvidar, y que suelo dejar en mi escritorio
     - pegado en el espejo del baño donde me lavo los dientes
     - en la pantalla del ordenador
     - en la lámpara de la cocina
     - en la puerta de salida de casa, por si acaso fallan las anteriores


2) antes de dormir les suelto a mis padres una perorata sobre el objeto que no debo olvidar, pidiéndoles encarecidamente que recuerden por mí.

3) dormir en la cama con el objeto imprescindible.


Sé que esa última suena a ciencia ficción, pero la verdad es que funciona porque me obsesiono al no poder moverme en toda la noche por tenerlo entre mis brazos. Es de PANOLI y soy consciente, pero no sabéis lo útil que es esto. Eso sí, solamente lo uso cuando es de vida o muerte, a ver si os vais a pensar que yo me voy a la cama con cualquier cosa... (jejeje, que chiste).


No solo influye en mi capacidad para olvidarme cosas en lugares poco indicados sino para hacer cosas un poco... ¿cómo decirlo? de encerrar y tirar la llave. Me pasan cosas incoherentes como darme cuenta de repente de que he guardado los zapatos en la nevera, o que me he metido a la bañera con calcetines, o que ese abrigo que he cogido en realidad es el pelo de una señora  (sí, todos estos casos son verídicos y totalmente reales). Siempre me doy cuenta tarde, claro.

Yo creo que es porque siempre voy pensando en mil cosas a la vez, y en mil moñadas caóticas que nublan mi mente y la llenan de un cosmos de mierda inmaterial del tamaño de Pekín. 

Además me es muy difícil memorizar dos cosas: fechas y nombres. Estoy en 4º de carrera y aún no me sé el nombre de mis compañeras, y mucho menos de los profesores. "Total, si no me sé el nombre es porque no me interesan sus vidas"... bueno, ya, lo digo y queda guay y se ríen y me miran y asienten con asombro y admiración... pero la realidad es que no me sé sus nombres porque no me caben. Imposible. Igual que las fechas de cumpleaños o toda la pesca, a no ser que sea el mío, o tres o cuatro afortunados más, no me sé ninguna. Y como los profes cambian cada año... ¿pues pa qué hacer el esfuerzo?

Porque esa es otra, soy vaga del copón... pero ese tema ya lo tocaremos en otra ocasión, que me estoy cubriendo de gloria...

domingo, 6 de mayo de 2012

Menstruo Monstruo

Hoy estoy con el Menstruo Monstruo.

La regla que va a bajar y me altera el estado de ánimo. Es una mierda porque donde a muchas les hace ponerse bordes, a mí me hace ponerme triste y llorar cual magdalena desconsolada. Que dices "vale, muy bien, pero al menos tú no generas situaciones incómodas ni broncas"... pero sí, joer, porque una cosa es tener una salida de tono borde y otra es pasarse la tarde como si te hubieran pegado una paliza, llorando por las esquinas, y cuando te preguntan qué te pasa no sabes qué decir.

Bueno, en mi caso es un cúmulo de cosillas que me ocurren, y por ello no me decido.
- se acercan exámenes
- la situación de casa es complicada
- quiero estar más tiempo con mi pareja
- insatisfacción en general
- miedo al futuro laboral
- agobio por la universidad
- estudiar una carrera que no me motiva

Bueno, supongo que todos tenemos nuestros más y nuestros menos. Así que para no marearme a mí misma, y para animarme la vida QUE SON DOS DÍAS, voy a decir un montón de cosas positivas que tengo la vida, para recordármelas y darme fuerzas a mí misma cuando estoy debilucha.

Lo primero, tengo una pareja que es un sol. Él es 13 años mayor que yo, pero poco a poco veo que no implica un problema. Me idolatra, me mima, está pendiente de mí, me da libertad y confianza. Yo no soy de naturaleza celosa ni empalagosa, más bien soy como un gato, que observo antes de coger confianza. Y lo que veo me gusta mucho, puedo ser yo. Aún no nos hemos dicho un "te quiero", pero eso llegará y no me preocupo por ello. Es una maravilla de chico y estoy feliz de poder compartir mi vida con una persona así. Ojalá todo funcione y estemos tan bien mientras duremos (ojalá que sea mucho, "siempre" dice él... ¿cómo no me va a desarmar?), y que las diferencias pequeñas se solucionen.

Un buen carácter, una sonrisa siempre en la boca aunque no me de cuenta y que, pensándolo bien, hace la vida más fácil tanto para mi como para los que me rodean. Me gusta ver cómo los demás se sienten bien conmigo y cómo acuden a mí para buscar consejo y apoyo, aunque luego a mí me cueste apoyarme en alguien...

Tengo salud, que es muy importante. Es un pensamiento un poco de vieja, pero acabo de dejar unos días de fiebre total y valoro mucho haberme puesto buena prontísimo.

Tengo un perro que es todo amor. Así dicho, y a quienes no tienen mascota, les puede parecer una estupidez supina. Pues Dante es, para mí, un amigo más que me devuelve la sonrisa día tras día. Lo quiero millones, ese perro labrador negro, grande y cariñoso... aissssss! Como un peluche, pues mejor. Con mi familia tengo algún problema, pero mi pequeño amigo peludo siempre me hace sentir en casa.

Tengo inteligencia y sentido común, que en estos tiempos escasea y me hace vivir la vida, además de con mis sueños, esperanzas y fantasías, con los pies en la tierra. Sé qué hacer y qué no, sé cómo tratar a las personas, tengo facilidad para estudiar. Guay!


Y LO MÁS IMPORTANTE ES QUE TENGO LA NOTICIA DEFINITIVA!!!

Danza de Dragones ya tiene fecha
 en castellano!!